martes, 8 de marzo de 2016

A MIS AMIGOS LOS POETAS


 DÍA DE LA MUJER.   

“¿Sigo teniendo oídos? ¿Soy oídos y nada más? En medio del ardor de la resaca marina cuyo oleaje espumoso y llameante salta hasta mis pies, sólo me llegan aullidos, amenazas, gritos estridentes [...]. Entonces, como surgido de la nada, en las puertas de este laberinto informal, a sólo unas brazas de distancia, aparece un gran velero que pasa como un fantasma deslizándose en silencio. ¡Oh, fantasmal belleza! ¡Qué encanto ejerce sobre mí! ¿Llevará ese esquife todo el reposo taciturno del mundo? ¿Mi propia felicidad, mi yo más dichoso, mi segundo yo eternizado, no se habrá asentado ahí, en ese lugar tranquilo, no muerto aún, pero ya no con vida, deslizándose y flotando, ser intermedio, espectral, silencioso y visionario, semejante al navío que con sus velas blancas se cierne sobre el mar como una mariposa gigantesca? ¡Ah! ¡Volar por encima de la existencia! [...].
Cuando un hombre es presa de su propio tumulto, se encuentra en medio de la resaca de sus impulsos y proyectos; sin duda que entonces ve ante él deslizarse también a unos seres encantadores y silenciosos, cuya felicidad y retiro envidia... Esos seres son las mujeres. Les encanta creer a ellos que allí, entre las mujeres, tal vez habite lo mejor de su yo: que en esos lugares tranquilos hasta el más violento tumulto se serenaría en un silencio de muerte, y que la vida se convertiría en el sueño mismo de la vida”.
F. Nietzsche, La gaya ciencia, aforismo 69, “Las mujeres y su acción a distancia”.


Mi lobo.
Sujetas mis manos
detrás de nubes negras,
espesas de odios,
rencores
y vacíos eternos convertidos
en vapores desconocidos.

Muerdes mis senos
y te comes sus pezones.
Dejas mi pelo al viento
y mi cuerpo desnudo.
Los ojos de sueños
y la sonrisa plácida.
Ventanas abiertas al infinito.
Muros de rejas por donde observas,
ávido,
ciudades infectas,
escondidas de todos
los mares.
Viajes por mundos abiertos,
sólo nuestros.

Amas a luna tu perra,
pronto loba,
y la deseas.
Te revuelcas en tus dientes y saliva.
Te relames con tu gran lengua suave
que se convierte en fuego que nace
de mi útero hambriento,
hambriento de vida,
sediento de sangre valiente.

Ven amo.
Ven a tu dueña.
A tu perra.
A tu hembra.
Devora esa carne manchada.
Raspa con tus uñas
la sal de la discordia
y cobíjate
en la nueva piel que creas.
Arrebata la conciencia marchita.
Habita mi alma.
No escapes de ella.
Aflora en mi vientre.
Sé mi hijo.

Quisiera mi amo arrebatarte
un beso
y que a la vez mi pata
penetrara entera
en la frondosidad de tu cabello.
Que mi olfato
te absorbiera como si fueras humo.
Que mi cuerpo se convirtiera
en lava ardiendo.

Quisiera haber sido tú una mañana,
sólo una mañana.
Así habría observado el mundo
con tus ojos de nube,
con tus ojos eternos.
Quisiera tocar tus labios
con la yema de mis dedos.
También tu lengua.

Quisiera acurrucarme en ti,
lamer tus pies,
beber tu miel,
arrinconarme en tu esquina.

Quisiera...

Quisiera tu existencia,
mi amo.

domingo, 28 de febrero de 2016

Julia de la Rúa, Pui-mic. Editorial Araña, Valencia, 2005. AMO. Amo porque amo, amo para amar.


Julia de la Rúa, Pui-mic. Editorial Araña, Valencia, 2005.

AMO.
Amo porque amo, amo para amar. Con esa maravillosa contradicción que es la vida, este profundo pensamiento sobre el amor proviene de la pluma de quien destruyó una de las más hermosas historias de amor de nuestra cultura, la de Abelardo y Eloisa. Ningún otro que San Bernardo de Clairvaux, en su famoso sermón del siglo doce, Cantica Canticorum. Y no es en vano que para hablar del libro de Julia entreno mi mente sobre esta cita, que podría ser el motor  de la innominada protagonista del libro, porque la contradicción de la vida humana, que es la médula de toda gran literatura, está aquí tratada con maestría.
         La historia del desesperado amor entre una mujer  sin época  y su  exótico amante está aquí narrada en un epistolario lirico que borda a menudo en lo poético. La diferencia de edad es irrelevante, es la diferencia de culturas que ilumina el texto con una visión sorprendente de la naturaleza de un asesino. Porque esto es lo que es el amante. Que lo sea porque en su país natal su familia es usada como rehenes que pueden ser ejecutados si el hombre no obedece las órdenes de matar no importa. Pero el no es otra cosa que un asesino. Y es aquí donde Julia crea un personaje totalmente monstruoso y totalmente humano, capaz de asesinar sin escrúpulos pero capaz de amar con la ternura que eleva el amor a la cumbre de la naturaleza humana. Ternura que se expresa con el lenguaje hermético de los enamorados: ella es llamada pui-mic,  en la lengua natal del hombre. Y el castellano vacilante del amante se adorna con tiernas expresiones sobre la amada que muestran que su amor no es sólo posesión sino también protección de la amada.
         El género epistolario que Julia usa resuena un poco a la literatura de fin de siècle pero adquiere en sus manos un gran poder literario, como es de esperar en una historia de amor que entra en la mente de un asesino. Un tema que está al centro nuestra sociedad multinacional y que por sí mismo vale el libro.
Simón  Altmann
Universidad de Oxford.      
http://www.simonaltmann.com/Simon_Altmann/Welcome.html

sábado, 6 de febrero de 2016

Yrha y Luna , caminos cruzados. A mis amigos los poetas











Love will tear us apart, again[1].
JoyDivision.

El amor no atañe a los géneros sino a todos los seres. Rompe las barreras espacio-temporales y transgrede imposiciones convencionales tan necesarias para la convivencia como absurdas para aquellas personas que trascienden el contrato social. Los espacios comunes, que este arrebatador sentimiento transita, son tan dispares como un mundanal parque, una fría oficina o Internet, “cruce de caminos” en el que se conocen los protagonistas de la novela: Taisa y Manuel, transfigurados en Luna e Yrha. Ambos, condenados a un platónico deambular en busca de la mitad perdida, van tropezando, una y otra vez, hacia su ineludible encuentro; el de dos seres predestinados a unirse en singular comunión, auspiciada por la eterna danza de la Luz y la Oscuridad. Estas fuerzas primigenias, en continua pugna, están salpicadas de claroscuros. Sus reglas no escritas propician un continuo desequilibrio, mas, cuando se aproxima el fatal desenlace, un principio corrector precipita, in extremis, una nueva tensa calma. Entonces, el metrónomo vuelve a marcar el compás con fingida parsimonia.
Taisa-Luna y Manuel-Yrha quedan atrapados por y en la red de redes, medio tramposo y sincero a la par, encrucijada donde puedes adquirir cualquier novedoso e inútil artículo o vender tu alma al Diablo. Intercambian mensajes que desencadenan el poder evocador de la palabra, la que hiere por sus mentiras y ciega por su verdad, ajena a la vacuidad. Negro sobre blanco, yin y yang. Palabras penetrantes que trascienden la imagen, que, silenciosas, reverberan en el interior de los amantes sin que aquellas puedan escapar, en forma de ondas, hacia el oscuro espacio exterior para ser engullidas por el olvido. A golpe de tecla, los dos apasionados personajes, van dando rienda suelta a su amor, mudando sus pieles, quemándolas en agónico éxtasis, quién sabe si prisioneros de un infernal círculo sin fin.
Pero con el transcurso del tiempo, se atisba lo inevitable. La desnudez de Luna, que se turba con cada gesto de Yrha, siente el premonitorio escalofrío de Taisa en los compases de espera, en sus inseguridades, en la posterior zozobra de Manuel. Taisa, cada vez más cercana a Luna, siente que Manuel se aleja de Yrha. Se muestra confusa ante la actitud excesivamente posesiva y ambigua de Manuel, que comienza a acotar la dualidad de su amada, saltando hacia un lado u otro, sin más criterio que su propio egoísmo.Invisible pero omnipresente, el maestro de marionetas, Alam Dan, continúa ejecutando, con autocomplaciente precisión, los movimientos orquestados de su infalible plan. Empujada por las circunstancias,Taisaemprende una huida hacia delante. Busca el abrigo de otros brazos, míticos algunos, impacientes, chamánicos o étnicos otros, pero se siente incompleta y mira, en la distancia, hacia su perenne refugio.

Apremiada por la ausencia y la sensación de abandono, que arrecian una agónica muerte en vida, Taisa-Luna lanza un grito desesperado a Yrha.Él aparece oportunamente, sin sospechar que Alam Dan prepara su apoteósicoacto final. Sus sutiles maniobras dan paso a la lacerante estigmatización simultánea de Taisa y Manuel. Éstos comprenden y, finalmente, convienen que la única manera de preservar su vital vínculo es inmolando una parte del mismo. Así que, como hizo Alejandro Magno en la costa fenicia, deciden quemar sus naves. Ambos contemplan de la mano cómo arden mientras se escribe su sentido y silente epitafio.
Resuena el eco de la obscena risa de Alam Dan. Entre tanto, a sus espaldas, desafiante, brilla la lemniscata con dos nombres grabados a sangre y fuego.


Love will find a way[2].
Yes.

Vicente Rguez Ferrer.



[1] “El amor nos destrozará, de nuevo”.
[2] “El amor encontrará un camino”.