Enero
He chupado tus dedos, y después los he paseado
por mi rostro, suavemente. Me he dejado llevar por el sonido de un acordeón que
invade nuestra intimidad. Todo en un café que hace tiempo me hiciste descubrir
en el casco antiguo de tu barrio. Solos tú y yo, y un joven camarero que nos ha
servido una fría cerveza.
Los últimos
días hemos aposentado nuestro ser en lugares solitarios, a si que tu aprovechas
para seducirme con una caricia que yo
recibo sinuosa. ¡Parecemos niños jugando con los primeros contactos amorosos!
Desde la ventana cubierta con visillos que te
encantan, “son como los visillos de las ventanas de mi tierra”, has dicho casi
en un susurro, ves el nombre de la calle: Calle de los Niños.
El pequeño letrero que contiene el nombre es de porcelana azul bordeado de
una línea blanca. No hay palabras. ¿Para qué? Sobran...
Me miras
en absoluto silencio con esa mirada quieta y escrutadora que siempre me
intriga. Mientras escribo en uno de los papeles que me has dado, la música hace
que me mueva acompasádamente tratando de sacarte de tu silencio. Ya sabes la simbiosis
de mi alma con la música... no sé por qué razón soy tan parte del sonido de los
instrumentos... Bebo cerveza y me siento increíblemente libre. Me he
desprendido de los zapatos y descarada acaricio
tu cara con los pies. Te gusta, aunque en tu faz no hay ningún signo de
complacencia ante este gesto. Simplemente te dejas...
Ha
comenzado a venir gente y el joven camarero me mira sentimental, y curiosamente
no se sorprende ante nuestro comportamiento. Después ha dejado su puesto por
unos minutos a una camarera muy bonita,
ella sí que nos mira sorprendida y quizás envidiosa de mí.
Llevo una falda de terciopelo negro. Es larga y
con mucho vuelo. Lo que te sirve para
introducir las manos sin ser visto. Acaricias mis piernas y tus caricias llegan
algo más lejos. Ojala siguieran toda la noche acariciándome y penetraran allí donde
tus dedos se pierden.
De
repente me dices...: “Esta es la noche de los labios”.
Me besas.
Quieres seducirme... me dejo. Jugamos a besarnos de mil maneras rozando
nuestras lenguas, nuestros dientes… Un hombre delgado con barba, vestido todo de
negro, joven, bohemio, me observa y me hace sentir el lugar en el que estamos...
tan especial... mas pienso que pronto necesitaremos soledad y silencio. Por
unos instantes mi mente planea expulsar a las personas que han ido llenando el
local... Hacer el amor entre las paredes antiguas y restauradas a los compases
de la música jamaicana que ahora escuchamos, sería mágico. Puedo imaginármelo
salvaje y sensual... Ajeno a mis pensamientos has ido a pedir un café y
aprovecho para sentirme, me doy cuenta que todo tú eres mi necesidad.
NECESIDAD DE EXPERIMENTAR CONTIGO EL AMOR, EL
DESEO, LA PASIÓN, y ¿por qué no? la DESIDIA. Todo lo que he anhelado en esta
vida, ¡cochina vida! A veces pienso lo diferente que es mi vida cotidiana a la
que hago a tu lado... Tan seria, tan rutinaria, tan poco apasionada... y para
mi es tan vital VIVIR y exprimir cada instante qué realice mi interior, como
por ejemplo en esta noche especial, en la que tú, con tus plateados ojos me seduces
e intentas influirme para que te siga...
Te amo, mi señor.
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