Sociedades infectas que pululan envueltas en belleza ficticia. El sol de los instantes va horadando cuerpos dormidos o hastiados de tanta ignorancia. Ignorancia a la que se someten por mera comodidad, no por miedo a nada, sino que esa molicie les lleva a lo fácil y vano de la existencia, al no encuentro de la autentica belleza, al absoluto de la vida, al espíritu.
La tierra, el mundo, o como queramos llamar a los poblados lugares que son llamadas naciones por los gobernantes, por las jerarquías, por los creadores de las inmensas fortunas, para crear además con ellas, guerras. Esos lugares habitados por vivos y muertos andantes, muchos infectos cadáveres que pululan envueltos en sus ropajes de vanidades.
Esta sociedad de ahora, en la que los valores son estímulo para pocos, y para muchos son asco o desvalor social, ya que de utilizarlos, destaparían la podredumbre del humano. Todo lo material tiene éxito y para el éxito material se requiere frialdad, totalitarismo, poder, denigración, incultura, lugares de ocio donde adormecer, expandir lo fútil y ficticio.